"Di tus cosas más personales, dilas, es lo único que importa, no te avergüences, las generales están en el periódico" Elías Canetti.
lunes, 27 de mayo de 2013
Un lunes de mayo
Esperar un mail. Refrescar la página cada cinco minutos. Leer estados de adultos que son propios de niños de 12 años con mentalidad de 6. Ver que las noticias sí pueden ser peores que las de ayer. Volver a sentir la impotencia alimentada por la estanqueidad de las cosas. Saber al ser humano cada día más idiota. Oír de fondo la última película de José Sacristán y María Valverde para soportarlo. Desear que la vida sea una buena y larga conversación. Sentir como, sin avisar, vuelven sensaciones no muy agradables que tenías cuando eras otra persona, hace algunos años. Querer ser como la gente que llena tu muro de tontás y es súpermegafeliz. Notar que todo es un sueño demasiado real, hasta más que los que te agotan por la noche. Desear contar mi vida, la de verdad. Incluso querer saber la vuestra, la de verdad. Dificultar todo cabreándome conmigo porque no me parezco a nadie. Pensar que estoy caminando hacia el agua de la playa en que nací. La playa más bonita del mundo. Escupir alguna frase que nació para ser trascendental y que nadie se dé cuenta. Ensimismarme a gusto. Intentar zafarme de la nostalgia envenenada que moja de golpe los cristales. Caer en la cuenta de que es como si hubiera vivido 100 años. Que a ti no te pase lo mismo. Darme la vuelta como la ropa para poder seguir con un mínimo de dignidad. Ponerme en el lugar de los demás desde que tengo uso de razón, para entender que si no lo hacen también ellos pues no te creas que vale de mucho. Aceptar que el planeta esté sobrepoblado, de bobos mayormente. Comerme una gelatina. Analizar morfológicamente la adolescencia para sobrevivirla con éxito. Saber que estoy completamente loca porque voy a tener otro hijo y soy feliz. Vivir conmigo todos los días y haber llegado hasta aquí. Que me importe poco lo que os pasa y menos lo que pensáis.
Y ahora ya, segura totalmente de conocerte de otras vidas, soñar con terminar esta dentro de muchos años, sentada a tu lado besándote muy despacio mientras te respiro.
Carol
miércoles, 10 de abril de 2013
La yaya
Olía a café con leche condensada, a Joya de Myrurgia y a laca Elnett.
Puedo sentir con total realidad sus manos blanquísimas, como las mías, cogiendo mis manos pequeñas, como las suyas.
Ver su anillo ovalado de jade y el reloj dorado cuadrado con su cadena de eslabones pequeñitos en la muñeca.
La veo perfectamente. Mirándome con sus ojitos verdes brillantes, el pelo de peluquería castaño oscuro y su eternísima expresión de niña pequeña con su boquita de punto. Contándome que algo es "chiquinino", que fulano es un "lila de la casa'campo" o que esa chica está muy "finústica".
Cantando "Los nardos", "La violetera" o "Madrid", esta última despacio para que yo la copiara. Es que siempre me confundía con el estribillo.
Algunas veces la odié cuando tuvimos que combinar mi adolescencia, confusa y criminal como todas, con su resignadísima y lastrada madurez.
Su matrimonio no fue fácil y perdió a un hijo.
La vi llorar demasiadas veces por las dos cosas.
Nadie hasta el día de hoy me ha partido tanto el corazón.
Por eso le perdonaba los cotilleos que no venían a cuento. Su desquiciante servilismo, que luego entendí como inercia.
Fue ejemplo de lo que no tenía que ser.
Y a la vez una mujer a la que vengar de manera inconsciente porque llevo mucho de ella.
Rota para siempre por la guerra civil, como toda su generación y algunas más, guardaba todo. Y cuando digo todo me refiero hasta el trocito de cuerda más insignificante, los tapones de todas las botellas, miles de botones desparejados en la caja de los hilos, la caja negra con motivos chinos del ColaCao; retalitos, alfileres, papeles de cualquier tipo...
Me enseñó que las plantas te ayudan y mucho, a ser feliz. Que la ironía lo hace todo un poco más soportable. El placer de un café después de comer. Que los pasatiempos te guían cuando te confunde el camino y a dar puntadas básicas en la vida de la ropa.
Ahora que lo pienso me enseñó la pausa. A pararme en la vida para recuperar el aliento y poder seguir. Como hizo ella.
Ahora que lo pienso me enseñó la pausa. A pararme en la vida para recuperar el aliento y poder seguir. Como hizo ella.
Menos mal que ya no está. Hace años que tiene Alzheimer. Los que conocemos esta enfermedad sabemos que es mejor que ya no estén. Que lo horrible es cuando se están dando cuenta de que se van. Quieres que pase todo rápido. Que se vayan ya, por favor, aunque no miren, aunque no hablen, aunque no sepas donde están. Al menos no lloran.
Me regaló unos segundos cuando ya no lo esperaba, hace casi dos años levantó la cabeza, me miró, sonrió y me dijo el "mi niña" más bonito que me han dicho jamás. Inmediatamente volvió a irse lejos pero a mi me hizo la nieta más feliz del universo.
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Ay, yayita, tenía esto guardado hace tiempo porque quería que te quedaras para siempre en la red esta que ni has llegado a conocer.
Y menos mal, porque si la hubieras conocido también hubieras visto que en la Gran Vía ahora El Palacio de la Música es un H&M y otras barbaridades de la puta vida moderna, esa que va tan deprisa que lo destroza todo cuando pasa, sin tener en cuenta a las personas que están ahí. Las mismas que se quedan mirando perdidas y ya no encuentran nunca su sitio porque nada se parece a lo que conocían y ha ocurrido todo de repente, sin avisar, explotando, sin darles tiempo a reubicarse. Cambiando bailes y canciones por teclas y pantallas. Dejándonos desnudos de verbenas, de esas que tanto te gustaban.
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Ya te vas, por fin descansas.
El yayo me ha dicho que estabas preciosa, que habías abierto los ojos gracias a la paz de la morfina.
La distancia, como en tantas ocasiones, odiosa enemiga del consuelo y del abrazo.
El único consuelo me queda en la tripa. Muy cerca de las vísceras. Justo ahí, donde está la vida.
Carolina
Y menos mal, porque si la hubieras conocido también hubieras visto que en la Gran Vía ahora El Palacio de la Música es un H&M y otras barbaridades de la puta vida moderna, esa que va tan deprisa que lo destroza todo cuando pasa, sin tener en cuenta a las personas que están ahí. Las mismas que se quedan mirando perdidas y ya no encuentran nunca su sitio porque nada se parece a lo que conocían y ha ocurrido todo de repente, sin avisar, explotando, sin darles tiempo a reubicarse. Cambiando bailes y canciones por teclas y pantallas. Dejándonos desnudos de verbenas, de esas que tanto te gustaban.
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Ya te vas, por fin descansas.
El yayo me ha dicho que estabas preciosa, que habías abierto los ojos gracias a la paz de la morfina.
La distancia, como en tantas ocasiones, odiosa enemiga del consuelo y del abrazo.
El único consuelo me queda en la tripa. Muy cerca de las vísceras. Justo ahí, donde está la vida.
Carolina
miércoles, 13 de febrero de 2013
Tú no sabes.
Tú no sabes cuántas veces tengo que contar para vivirla.
Cuántas veces me duele la vista si no te veo y el tacto si no te toco.
No sabes que los días se me hacen horas y lloran las semanas y los meses crecen.
Cuántas veces me consuela lo inmenso de lo pequeño y me avergüenza cansarme y salirme fuera, con la puerta cerrada, sin entender bien las voces que oigo tras los cristales.
Tú no sabes, definitivamente, que el sentido es la risa y que también hay veces que guardo estas palabras en "borrador" para luego, mucho tiempo después, hoy de repente encontrármelas y darme cuenta alegremente que cada vez me hundo menos sin razón.
Que me estás curando el pasado, coloreando el presente y haciendo real un futuro.
Que la tranquilidad me está haciendo crecer al fin. Porque todo es más simple y cada día necesito menos.
El secreto va a ser que parece que usamos los mismos zapatos.
Pues no, son diferentes. Pero parecen iguales...
Cuántas veces me duele la vista si no te veo y el tacto si no te toco.
No sabes que los días se me hacen horas y lloran las semanas y los meses crecen.
Cuántas veces me consuela lo inmenso de lo pequeño y me avergüenza cansarme y salirme fuera, con la puerta cerrada, sin entender bien las voces que oigo tras los cristales.
Tú no sabes, definitivamente, que el sentido es la risa y que también hay veces que guardo estas palabras en "borrador" para luego, mucho tiempo después, hoy de repente encontrármelas y darme cuenta alegremente que cada vez me hundo menos sin razón.
Que me estás curando el pasado, coloreando el presente y haciendo real un futuro.
Que la tranquilidad me está haciendo crecer al fin. Porque todo es más simple y cada día necesito menos.
El secreto va a ser que parece que usamos los mismos zapatos.
Pues no, son diferentes. Pero parecen iguales...
lunes, 5 de noviembre de 2012
Me aparadojo bien temprano.
Algo cansada del sinvivir de no conformarse y joderme el cuello buscando el arcoiris entre edificios.
Camino y vuelo. La mayoría de las veces no estoy. Los déjà vu cada vez son más frecuentes.
Nos mentimos desde el desayuno. Nos creemos la risa que trae el café. Y con ese acelerón cafeínico comenzamos a andar y a hablar de las elecciones norteamericanas.
¿Cuántos finales Disney nos envenenan desde chiquitos?
La sencillez es un objeto anticuado. La gente sencilla está disfrazada de pasado mañana.
Muero por respirar. Me aparadojo bien temprano. Y no te aviso por si se apaga el boiler y nos quedamos fríos.
Sueño que lo descifro todo. No, la verdad es que me paso la noche intentándolo pero no lo consigo.
Quiero pensar sin tener prisa, hacer punto de cruz con los colores de cada esquina por la que paso.
Tu mano en mi muslo es un seguro de vida. De esta y de la que vendrá después. Ahí que me vuelva a encontrar, quien sabe donde, quien sabe cuando, dentro de tus ojos.
De repente, unos dientes que necesitan ortodoncia masajean mi corazón. Pum, pum...pum, pum.
La magia es el vértigo metido en la piel arrugada. Arrugas que se borran con la sorpresa de un esmalte de uñas verde flúor.
Con tanta selección de basura se nos olvidó la selección natural.
Alguien que te conoce del pasado viene a decirte lo fuerte que eres porque a veces te olvidas. Gracias, gracias.
¿Cuánta tristeza cabe en un vagón de metro?
Comer, beber, amar y succióname el alma, quítame el abrigo, maréame. Sólo entonces podremos bailar.
...soplaré y soplaré y todo el plástico derribaré.
Adicciones que hacen conocidos a los extraños en un mundo de redes en pantalla. Antes no había, antes no era, antes cómo era, antes cómo se hacía, antes, antes, antes... Apunta: olvidar la palabra "antes"
"Me gustaría brillar y volar" Se convirtió en purpurina la criatura.
Cualquier golpe duele menos que agarrarte a la inercia por no caer.
La ociosidad es la madre de todos los vicios. La inseguridad la madre de todos nosotros.
... y la vida es un crucigrama blanco, una parida, un sudoku "difícil", un mandala por colorear, la segunda parte de un libro que siempre está prestado, el parque de atracciones al que ibas de pequeño y todo lo que tú quieras. TODO.
Y bueno, eso...
Y, sí, me siento mejor después de vomitaros sensaciones que me revuelven los dedos y que no veo porque necesitaría gafas de aumento, de esas que roban todo el encanto.
Carol
lunes, 23 de julio de 2012
"Tú y la vida"
Yo no quiero ser otra por inercia. Creo que la inercia mata más que fumar y que las modas enferman.
Quiero una vida sencilla y sé que se puede.
No me gustan la tele, la calle, las consolas, los relojes, el plástico, las luchas y rebeliones que siempre están ahí, sin avanzar, años y años, y siglos, y como si fueran de hoy mismo, como si descubrieran algo. Qué aburrimiento. Qué manera de atontar. Qué espiral sin fin.
Cuanta más historia leo más ganas de irme a vivir al monte me dan.
Son demasiadas frustraciones las que nos rodean. Las nuestras y las de los demás. Y pesan una barbaridad. No dejan que te muevas, sólo que te arrugues quieto como una piedra.
No quiero competir, sólo quiero vivir.
No quiero hacer daño. Ni que me lo hagan.
Llenarme de colores y sonidos todos los días.
Crecer sin estar pendiente de lo que crece el de al lado.
Me gustaría no ver tan a menudo la muerte como un descanso.
Me gusta coser, reciclar, reutilizar, aprovechar. Porque siento que la basura come.
Necesito enseñar y ayudar.
Me ponen nerviosa las poses, las posturitas, la gente que te mira, que te juzga, que te señala, que te etiqueta.
No entiendo que la gente joven no se dé cuenta de que ya está todo inventado. El mundo avanzaría bastante más si aprendieran de los que llevan aquí más tiempo. Sin duda.
No me gustan los animales "humanizados" en casas, la dependencia, las costumbres, los asilos, los circos, el abuso. No le veo la gracia a reírse de nadie.
Me gusta hacer fotos a la ropa tendida y perder el tiempo sonriendo. Ah, y escribir. Suelo sonreír cuando termino.
Como no entiendo nada me gustaría no tener que explicarme, si es posible.
Quiero una vida sencilla y sé que se puede.
No me gustan la tele, la calle, las consolas, los relojes, el plástico, las luchas y rebeliones que siempre están ahí, sin avanzar, años y años, y siglos, y como si fueran de hoy mismo, como si descubrieran algo. Qué aburrimiento. Qué manera de atontar. Qué espiral sin fin.
Cuanta más historia leo más ganas de irme a vivir al monte me dan.
Son demasiadas frustraciones las que nos rodean. Las nuestras y las de los demás. Y pesan una barbaridad. No dejan que te muevas, sólo que te arrugues quieto como una piedra.
No quiero competir, sólo quiero vivir.
No quiero hacer daño. Ni que me lo hagan.
Llenarme de colores y sonidos todos los días.
Crecer sin estar pendiente de lo que crece el de al lado.
Me gustaría no ver tan a menudo la muerte como un descanso.
Me gusta coser, reciclar, reutilizar, aprovechar. Porque siento que la basura come.
Necesito enseñar y ayudar.
Me ponen nerviosa las poses, las posturitas, la gente que te mira, que te juzga, que te señala, que te etiqueta.
No entiendo que la gente joven no se dé cuenta de que ya está todo inventado. El mundo avanzaría bastante más si aprendieran de los que llevan aquí más tiempo. Sin duda.
No me gustan los animales "humanizados" en casas, la dependencia, las costumbres, los asilos, los circos, el abuso. No le veo la gracia a reírse de nadie.
Me gusta hacer fotos a la ropa tendida y perder el tiempo sonriendo. Ah, y escribir. Suelo sonreír cuando termino.
Como no entiendo nada me gustaría no tener que explicarme, si es posible.
En esta tarada cotidianidad que hace que lo que digo suene cursi de puro simple me acuerdo de un recorte de periódico que me regaló mi madre hace tiempo y que las mudanzas extraviaron. Me sentí extrañamente reflejada cuando lo leí. Muy desnuda, incómoda. Sentí como si te enseñaran un futuro que no puedes aceptar aún. Como si te contaran de más. Ahora con el mundo cada vez más negro, más sucio, más artificial y absurdo... lo que me transmite es paz, posibilidad, tranquilidad y alternativas.
Se llama María, pero se puede llamar Carolina, Pedro, Lucía, Manuel, Ana, Iván...
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"María y la vida"
Acabo de reencontrarme con una buena amiga de juventud a la que hacía 30 años que no veía y de la que no sabía nada. Vive sola con dos perros en una urbanización modesta y remota junto a un pueblo perdido de Toledo, sin coche, sin Internet, con una nevera roída por el óxido que parece chatarra pero que enfría bien, cultivando sus propias verduras en un huerto minúsculo, viviendo en el más desnudo filo de una economía de subsistencia.
La última vez la vi en la estación de Atocha, ataviada con un mono fabril color butano y tomando un tren camino de la India. Ahora me he enterado de que ha vivido muchos años en Goa y en el Himalaya, y en Italia y en Madrid y de nuevo en la India. Ha atravesado a pie Afganistán, ha desempeñado diversos trabajos, ha dado clases ella misma a sus dos hijos, que no fueron nunca escolarizados. El mayor decidió ser físico, y a los 15 años se examinó en un instituto madrileño para incorporarse directamente al Bachillerato. Sacó los mejores resultados en décadas. Ha hecho la carrera con notas espectaculares y ahora está terminando el doctorado. Se diría que mi amiga les supo educar. También en el cariño: sus dos hijos y sus dos nietos la visitan mucho.
Se ha pasado los últimos nueve años cuidando, ella sola, a su compañero, paralítico y enfermo. Él murió hace un mes. Llevaban juntos 33 años. Pintaba y escribía, como mi amiga. La casa está llena de cuadros de los dos, impresionantes cuadros simbolistas de intrincado detalle. Esta casa de austeridad espectral que es la antítesis de nuestra sociedad del desperdicio. De la misma manera que mi amiga, con su vida excéntrica de cometa libérrimo, es la antítesis de lo artificial, de lo convencional y lo superfluo. Hay una especie de sencilla pureza en ella, una autenticidad que corta como una cuchilla. Sí, hay otras maneras de vivir. Se llama María.
Rosa Montero, El País, 17 de marzo del 2009.
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Creo que voy a empezar a mirar pueblos abandonados, por ir adelantando... o directamente el monasterio, no sé, no sé ;)
viernes, 2 de marzo de 2012
El jodido mundo humano.

-Diana ¿¿Pero por qué lloras?? Es que llevas todo el día llorando, joder. Siempre llorando, joder- le recrimina el padre.
-Es verdad, Diana, te pasas el rato llorando-corrobora la madre- ¡hija, ya está bien! a ver, ¿es que quieres un zumo? ¿eh? ¿¿¿quieres un zumo??? - mientras la mira enfadada y harta.
Diana, desde el cochecito, embutida en una exageración de ropa de abrigo, visiblemente agobiada y notoriamente confundida, los mira con pena y tristeza mientras se le resbala la baba de la boca. Muy roja, la cara empapada, el flequillo pegado a la frente, hastiada, se queda callada, jadea.
Parece que sabe más que ellos. Sabe que no la entienden. Es más, sabe que no la van a entender nunca porque no se esfuerzan ni se esforzaran por hacerlo jamás. Porque no se molestarán ni un segundo en ponerse en su lugar. Mantener viva su propia amargura día a día los tiene demasiado ocupados. Y más que los tendrá. Se creen que nacieron así, como son ahora, los muy idiotas.
En cuanto a Dianita, luego le irán echando la culpa a la adolescencia y arreglado.
Su hermana pequeña duerme en otro carrito al lado. Se ve que aún no se le exigen respuestas como a Diana.
Debe de tener cuatro o cinco meses.
Diana, no más de año y medio.
Próxima parada, Ríos Rosas.
Salen del vagón cada progenitor con un carro.
Y así un día más en el mundo de los humanos.
A la señora que tengo enfrente le ha faltado un segundo para levantarse a quitarle el abrigo a la niña. Bueno, a todos.
martes, 20 de diciembre de 2011
Colores de MUJER
Veo mujeres azules,
obsesivas, enfadadas.
Mujeres frías, que sufren
agobiadas y asustadas.
Mujeres que no recuerdan,
olvidan caer, se encierran,
se amargan, lloran, se dañan.
Y arañan y atacan...pena,
a las mujeres naranja.
Naranjas de sol y de alma,
llenas de mimos y calma.
Las azules no se acuerdan
que una vez fueron naranjas.
Si rascaran su yo triste,
si se rieran con ganas,
si se dejaran templar por la tibia madrugada...
el naranja volvería a calentarles la cara,
encontrarían sentido a la cotidiana nada.
Y de repente ese día, envejecen las distancias,
todo está cerca, es posible.
Sin quererlo son aladas.
Y esa sed que las quemaba
desaparece, e infinito
el horizonte es naranja.
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